miércoles, 20 de julio de 2011

Suite No. 1 prelude

La selva y el silencio. El sonido del viento que se deslizaba por las hojas verdes, verdes, verdes, verdes, eran todos los matices, tonos sabores y olores, todo era verde. El olor de aquella materia orgánica que se consumía por el tiempo rebalsaba los pulmones. Paz como nunca, paz como siempre, hay algo estático y dinámico en esas ruinas, el choque entre el tiempo que permanece y el que se consume. No puedo explicarlo, hay que estar allí, tal vez sea un deber al alma llegar hasta esos nichos de belleza.

Fue entonces cuando conocí a Bach, porque uno siempre oye el inicio de ese suite de chelo, pero en realidad uno no lo escucha. Era ese silencio el que Varinia corrompía con su copia de los suites de Bach y desde entonces siempre regreso a ese sentir. Creo que jamás conocí la belleza hasta que escuché ese conjunto de suites.

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