miércoles, 6 de mayo de 2009

el megapedo

Era uno de aquellos días donde la sed te invade el pecho y sentís que la chela te va aliviar la herida del día anterior, aquel que ya murió con el amanecer del presente. Así que todo el día se vive en la expectativa de ese instante donde las obligaciones laborales perecen y la banalidad empieza.

Me junté con aqueos despuecito de las seis. Habiéndonos reunido en una esquina de la 9na y 7ma nos dispusimos a elegir el lugar para congregarnos más cómodamente. Entonces alguien sugirió el trova y rock de la 11 calle entre la 6ta. y la 7ma. Nunca había visto ese bar pero entré de todos modos, la sed era insoportable.

Nos sentamos, llegó el litro con las consecuentes discusiones sobre política internacional y música (sabbath vrs led ¿quién influenció más?). Se asomó sigiloso entonces ese mar amniótico donde nos vimos sumergidos. Sentí su calor en mi piel y se posó sobre nosotros esa nube incolora pero bien olora. Fue ese el megapedo que nos envolvió por completo.

Me engullí el asco con un buen trago de cerveza, pero mi honorable compañera no pudo más que expresar su pesar, “¿qué putas? ¡Qué pedo más grueso! Movámonos mucha…” así que se dispuso unánimemente cambiar de ubicación empero la impresión causada por dicho gas fétido no se disipó de nuestros sentidos tan fácilmente.

Seguí diluyendo la cotidianidad en la chela cuando a lo lejos las imágenes borrosas con bruscos movimientos empezaron a cobrar sentido… una pelea. El niño de 10 años que servía las chelas se vio agredido por un cliente. El bar tender, en su honorable labor de mantener el orden, procedió a patearlo en el pecho con sus botas de punta de acero inolvidable.

Instintivamente me paré llevando hacia mi pecho el vaso y el litro que yacía indefenso sobre la mesa. Todos nos quedamos en un trance melódico observando esa escena barroca. El bar tender con su playera, rota por la “acompañante” del cliente subversivo, fue como si por un instante todos permanecimos capturados por un lente urbano.

Aqueos no apoyaron la moción de retirarnos de dicho establecimiento por lo que planteé mi sincera opinión “muchá si no nos vamos esos pendejos regresan con cuete”. Mi planteamiento motivó el veloz desplazamiento a una nueva locación. Nos fuimos a La Cueva, donde los litros son más caros y los pedos no son tan densos.


in memoriam de La finada CUEVA DEL DRAGÓN

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