vivir en pueblo es otra cosa. los domingos tienen otro olor. se huele la paz y el eco armonioso del ecosistema más inmediato. salís a la calle y te comés un coctel de colores tropicales. caminas por el empedrado buscando una sombrita pa pasar el rato. te diluís en esa tranquilidad y la lentitud de los minutos que se estiran como si fueran de hule. si tenes algo de plata te echas un cafecito donde encontrés abierto. porque todos se levantan tarde y se retuersen entre las sábanas húmedas. todo lo que escuchas son un par de motos zumbeando y los pájaritos cantando. así transcurren las mañanas domingueras en cualquier pueblo de guate. y desde acá del gris urbano de cuando en cuando se extrañan y todo lo que hacés es soñar despierto para teletransportarte con la imaginación allí...
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