así que llegamos a un
lanchonette... había música a fuera, música adentro. El frío llegaba hasta la médula de los trasnochadores. Me dieron un caldo de pierna de puerco y se sorprendieron de la cantidad de chile que puedo tolerar. Creo que nuestro paladar define mucho de lo que somos.
Recuerdo chiles que dejan la boca antestesiada. El sabor del chile guaque en los guisados. La textura del atol blanco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario