jueves, 2 de abril de 2009

Espejos






“Prosiguió el espectáculo:
El pueblo desollado por amor impaciente
burlándose del pueblo desollado.
Un gran espejo para cada uno
era la catástrofe que acontecía en el escenario,
en donde los muchachos derramaban su resolución y
su dolor en injurias, sarcasmos y blasfemias.”
La Huelga de Dolores
Luis Cardoza y Aragón

Era su última novela. Tal vez ella no lo sabía cuando inicio la empresa o tal vez sí. Eso se lo llevo el río. “Entre Actos” se perfila por ello como un libro interesante y enigmático, constituye el punto de cierre de la brillante carrera literaria de Virginia Woolf. La trama se hilvana sin mayores retos para el lector que sigue a los personajes a lo largo de un día soleado, en el que los cielos prometen lluvia, durante el cual presencian una puesta escénica que tiene como intención retratar la historia del pueblo inglés.

El reto de Miss La Trobe era poder capturar la esencia de cada época con bajo presupuesto y actores inexpertos. Llega el cenit de la trama, el momento de representar “El Tiempo Presente, Nosotros”
[1]. Después de que el silencio inunda el paraje donde el pueblo entero presencia la obra, una nube se acerca sigilosa y desata las lágrimas del cielo sin que nadie lo espere.

La lluvia cesa, un hombre entra con una escalera, en el fondo un muro pintado en una manta cae sólo para ser reconstruido, ladrillo por ladrillo, por un hombre y una mujer. La civilización en ruinas cae y se levanta. De los alrededores salen los actores portando objetos “lo suficientemente brillantes como para reflejarnos”
[2]. Reflejarnos. La Trobe logra su objetivo con esos “espejos” que logran capturar el retrato fiel del público.

Cardoza toma el espejo y se lo adjudica a los Universitarios de antaño con la Huelga de Dolores. Era la juventud Saker-Ti, los jóvenes que Cardoza vio crecer y extinguirse bajo los yugos militares de antaño. Los espejos continuaron año tras año, algunos se distorsionaron con el tiempo, la cobardía y el terror. En estos días la sangre derramada que tiñe nuestro entorno y marchita nuestro ser hace que de nuevo más espejos salgan a flote.

Hoy tenemos “una juventud espléndida pugnado por librarse de ser destruida bajo los cascos de bestias
[3]”. Exhaustos de la cultura del terror buscan un reducto y un desfogue, extendiendo así una cordial invitación para vernos “reflejados” en esos esenciales y preciados espejos, en el fondo del Pasaje Aycinena el viernes 3 de abril de uno de los años más sangrientos de nuestra historia.



[1] Entre Actos / Virginia Woolf (1941)
[2] Ibidem
[3] La Huelga de Dolores / Luis Cardoza y Aragón




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