lunes, 1 de diciembre de 2008

mientras el domingo agoniza

Se inicia el traslado de todo. Nada es permanente. El parque parece vaciarse y las multitudes, como un mar crispado, se dispersan para diluirse en la noche. La noche con sus voces de desencanto. Desde el oeste un azul profundo se nos viene encima. El parque destella chispazos amarillos que cobran opacidad con los minutos transeuntes. Destellos amarillos bajo el manto azul. La noche y su desenfado. Hay pureza en el frío de diciembre. El aire parece helar los pulmones y llenarlos de luz blanca. Caminas a casa, viendo como de tu boca escapa un elixir blanco y diáfano, cambio y vida. Recogen las ventas. El mar desaparece y regresa la desolación al parque, que parece desnutrido sin su gente.

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