viernes, 12 de septiembre de 2008

las cinco

hay algo sumamente liberador en el último timbre de un viernes... es como sí el reloj desatase la libertad y ésta saliese por las calles suelta y relajada para aventurarse en la noche... la luz aún no se pierde en el oeste, todavía se queda para vernos partir de nuestra rutina a quien sabe qué... esa libertad se respira en las calles, intoxica los pulmones y te empuja a marcar números para concertar algo nocturno.

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