dos amantes yacen en la cama, entre sábanas revueltas y convulsionadas. su respiración aún agitada confiesa que ha sido el final del intercambio de fluidos que a diario realizan. la cortina parece contener los rayos solares. la oscuridad parece cómplice de sus coito y el silencio es el compañero de su despedida.
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