Uno de los talentos más sobresalientes de Lars von Trier es la controversia. Indiscutible es su habilidad de retratar la naturaleza más cruda del sexo femenino, de forma gráfica e hipnotizante. Nunca te olvidas de un filme de LvT, sea por su capacidad de crear imágenes salvajes o por la honestidad brutal y las actuaciones vicelares que consigue orquestrar.
Asumí la tarea de ver las dos partes de Ninh()maniac y Shame, creo merecido hacer justicia a mi género, pues el descenso de Ishtar a los infiernos no puede ser exclusivo del género femenino. Todos caemos en el abismo, tal vez haya quien se lance (puede ser), al final todos caemos de una forma o otra.
Fueron dos filmes brutales, dos propuestas hermanas y similares en muchos aspectos, en mi parecer los filmes dialogan. Respeto la forma concisa y punzante en la que Steve Mcqueen nos cuenta la historia de un hombre adicto al sexo, incapaz de tener relaciones humanas o de darse permiso de alguna emotividad. El sexo como droga de entorpece la capacidad emocional de un humano, explorado de forma inaudita. Shame es oscura y nos lleva a un éxtasis impensable.
Ahora piense en la propuesta de LvT como un trabajo de amor y respeto, puesto que necesita de mucho tiempo y paciencia. Lenta, pesada y sumamente discursiva. Es el espacio de minoria y aquel que no tenga oído que salga de la sala y no vuelva.
Una mujer que deja tirado en el camino lo más sagrado que nos fue dado: la maternidad. Nadie te dice cuanto la maternidad despierta un profundo miedo y nadie lo acepta abiertamente, por otro lado el instinto materno no deja de ser instinto y si lo suprimis ¿cómo va a sobrevivir la especie? Ese instinto mantuvo a la raza humana por milenios y ahora hay una nueva generación que puede despojarse de él fácilmente y con eso ¿qué nos queda? Esas preguntas profundas y sinceras que deja en la mesa te dejan frío y por eso LvT es brillante, como un diamante pulido de 19K.
No hay comentarios:
Publicar un comentario