miércoles, 5 de agosto de 2009
concluyo
que no es el juicio ajeno el que nos pesa al salir al pasillo o al transitar por la banqueta... lo que nos pesa es nuestro propio juicio... esos letreros fluorescentes cuya efervescencia nos recuerda que por más que lo neguemos hay algo "malo" o que no estamos de acuerdo con lo que pasa. temo a la mujer que veo en el espejo... porque últimamente me reclama. su tristeza me asusta, su silencio me calla... ella me ve fijamente y no puedo evadir su mirada...
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