Un retrato de un artista como una mujer de 27 años
Mi primer libro yacía en las páginas digitales que guardé en un disco zip. Pero como todo lo intangible que no se materializa, se desvaneció en el aire. Después del 2001 nunca me atreví a volver a esas páginas digitales y cargo en mi conciencia que las mismas se evaporaran con el paso de la tecnología. Así que, después de seis años decidí volver a los otros poemas del 2001 para realizar un breve recorrido de lo que fui y de lo que soy.
Los poemas de antaño son parte de mi historia como poetiza. Es un ejercicio verlos y vivirlos de nuevo. Contrasta con lo último que he escrito, en su textura y la experiencia, a su vez es sumamente extraño toparme con que algunos temas y símbolos permanecen. La escritora de esos días era una niña y ahora los lee una mujer.
Como todo artista emigré fuera de mi lugar de origen para crecer. Stephen Dedalus escapa a París, en el capítulo cinco, decidido a vivir por su arte. Así como el viaje del San Stephen de Joyce, el viaje a Petén constituyo un hito y con el regreso a la Nueva Guatemala de la Asunción, decidí volver la página y repasar un poco del pasado con el fin de adentrarme a mi futuro.
El libro de Joyce es ciertamente “duro” y “perfecto”, Pound mismo entendió esto debido a que él emigró de Estados Unidos a Europa para concretar su vida como escritor. El viaje desde los adentros del poeta hacia el concretar y materializar su obra, marca el comienzo de la vida de un artista. Ese viaje, literal o simbólico, esta implícito en la vida del artista como el hito generacional, que marca al niño del hombre y a la niña de la mujer.
Adentrándonos más en el contexto de Un Retrato.. el mundo de ese entonces veía el anochecer de la era victoriana, que Joyce deja atrás no sin antes darnos un capítulo impregnado de la culpa, infligida a la natural curiosidad adolescente por el sexo y demás, esa era donde las restricciones limitaban el desarrollo no solo del artista sino del ser humano en general.
De la era limitante y cerrada nace la literatura moderna, el deseo de una generación conocedora de los clásicos de antaño y con el hambre de crear un arte nuevo. La correlación de los actores se alinea: la muerte de Nietzsche, la caída de Wilde, la era industrial emerge…. Artistas como Picasso y Pound preparan el escenario para lo que el mundo conocería como el arte moderno.
Se deja el cascarón de lo viejo atrás y el artista de atreve a ver más allá de los cánones tradicionales. Se busca la voz propia, “un cuarto propio”, para crear mediante el arte un lenguaje nuevo y autentico. Todo escritor debe de pasar ese viaje hasta llegar al espacio o al lugar que le permita generar el lenguaje propio. Podemos mediante la palabra escrita materializar esa transición, relatar nuestro viaje, dejando que nuestra obra constituya nuestro retrato.
Hay muchos retratos de artistas, que constituyen un testimonio de una generación y a su vez marcan un hito generacional en la vida del artista. Desde A protrait of an artist as a young dog (Dylan Tomas), Catcher in the rye (J. D. Salinger) hasta Ruido de Fondo (Javier Payeras). Cada una de esas obras captura un momento dentro de la vida de un ser humano que por azares del destino es poeta.
Eterno buscador y viajero “de ambos tiempo y espacio”, el artista guatemalteco está en la búsqueda de un lenguaje propio, en la era de globalización y ante las secuelas de los hechos de ayer el reto está en lograr materializar nuestro retrato como artistas hoy.